martes, 12 de marzo de 2013

MUERTE DE UN MILICIANO




Hay debates que entiendo son estériles. No quiero decir con esto que pueda oponerme al contenido de un documental, a su carácter científico y divulgativo, que pueda aportar argumentos sólidos, en un sentido o en otro, acerca de si la muerte de un miliciano es una fotografía captada en el preciso instante en el que una bala impacta en su rostro, o bien si se trata de una fotografía “preparada” por Robert Capa para mostrar a la humanidad la barbarie de una guerra fratricida, o simplemente para contribuir a la vanidad de un fotógrafo que experimentaba, por primera vez en la historia, sobre la profesión del fotoperiodismo.

Sea como fuere, la fotografía de Capa causó un gran impacto. Sea como fuere, la fotografía se convirtió en icono y símbolo de la guerra civil española.

La instantánea de Robert Capa es trágica. Un miliciano en una postura similar a la de un Cristo crucificado, rompe su carrera por la ladera de un cerro cordobés, cayendo abatido, con un rostro roto y crispado, expirando sus anhelos y deseos de una forma de concebir España, ante el alzamiento de un ejército sublevado.

Este miliciano no tenía uniforme militar. Una camisa blanca, convenientemente remangada, unas cartucheras y un pequeño zurrón, eran sus pertenencias personales. Sólo el fusil dormido en una de sus manos, mirando al cielo, acredita la existencia de la guerra; también la gorra, con borla del soldado, pero esa, no dispara.

Y así, la casualidad o la escenografía, cala en la mente y en el corazón de los que la visionan, y convierte la fotografía en el referente de la contienda civil española.

Hay secretos que además no conviene revelar. Los distintos testimonios que avalan una u otra tesis sobre la fotografía, te posicionan en uno u otro sentido. Al final la muerte de un miliciano queda envuelta en una especie de misticismo que la hace aún más grande, y que cada polémica, que en un futuro surja sobre la misma, hará crecer más y más, la imagen del hombre abatido, por su visceral perfección.

Hay secretos que ni tan siquiera conviene investigar. Ojalá nunca aparezcan unos negativos para no romper ese envoltorio de grandeza. Hay fotografías que no están hechas para recordar, se hacen para que los demás podamos comprender. Con la fotografía de Capa hemos comprendido la inutilidad de una guerra entre hermanos.

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