domingo, 10 de abril de 2011

TODO VALE


Todo vale. No quiero estar amordazado por normas ni códigos. Quiero libertad para escribir, para pensar e informar. No me limites, no me impongas…Tengo la primicia, la oportunidad de ser alguien en este mundo de locos. ¿A quién le importa si molesto, invado intimidades, atento contra el honor?.  Me puedo escudar en lo que denominan el vértigo y la rapidez de la información, en el ritmo frenético de nuestras vidas, y diluyo en esos argumentos tan socorridos, conceptos básicos que recuerdo  vagamente y que atendían a la necesidad de contrastar las fuentes, en la solvencia de las mismas, en aplicar rigor informativo y precisión en los datos en mi función y labor periodística.

¿Lo recuerdas?. Cállate…..Estoy en antena. En prime time.

Pero no empecé así. Mis sueños de juventud se llenaban con la imagen de un profesional autónomo e independiente, un todo terreno que sirviera tanto “para un roto y un descosido”,  cubriendo todos los frentes y ámbitos de la información y, en el ejercicio de esa actividad, impregnarla con la dosis de responsabilidad y saber hacer que debe guiar la actividad periodística.

¿Qué me hizo cambiar y sobre todo, cuándo y por qué cambié?

Asistí a una revolución de la información y a los efectos colaterales de la guerra de audiencias, a la medición de las mismas periódicamente y a la repercusión que ese test representaba en los ingresos y facturación publicitaria del medio para el que trabajaba. Mis comportamientos se vieron alterados y  donde antes había limpieza y actitudes de respeto al competidor, con existencia de reglas claras y bien definidas, hoy la puerta de las actuaciones profesionales permanece siempre abierta y penetran a través de ella formas que, amparándose en la rapidez y la exclusividad, otra vez estos conceptos, utilizan atajos, artimañas y recovecos que motivan frecuentemente la aparición de errores y  la aplicación de un menor rigor a la hora de informar al ciudadano. Impregnamos la ética y la deontología con una pátina de superficialidad al relativizar las normas y códigos en nuestra actuación.

En un momento determinado, por ser el primero y el mejor, cambié. No importaba el contenido de la información, qué más daba, tenía que ser número uno….y lo fui.

Pero la vuelta a mi pasado me ha hecho reflexionar sobre a dónde y por dónde camino. Debo desempolvar los viejos y nobles hábitos periodísticos y poner en actualidad las normas y prácticas que me inculcaron mis formadores. Prometo hacerlo y censurarme en mi actividad si no lo consigo.

Empezaré mañana. Tal vez la próxima semana…..

Os dejo, volveré….¿Cuándo?..... Es mi hora, recordad que estaba en antena…

En prime time…..y con otra exclusiva!
         

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