viernes, 17 de mayo de 2013

JAMES NACHTWEY






Siempre me he preguntado de qué pasta están hechos los fotoperiodistas, qué vacuna les ha sido inoculada para preservarlos del horror que el mundo, cada día con más inquina, les pone a su disposición para ser captados por sus cámaras fotográficas.

En la vida de James Nachtwey la guerra de Vietnan supuso un punto de inflexión. Las imágenes de ese conflicto le conducen a un replanteamiento de vida, quiere ser fotógrafo y dar testimonio de la historia, pero no de una forma más o menos académica, sino reflejando las emociones reales de la gente normal, las que nacen como consecuencia de la violación sistemática de los códigos normales de comportamiento que, como consecuencia del conflicto, quedan derogados, siendo los ojos de James Nachtwey los que dan luz a las víctimas de las injusticias y, sus instantáneas, voz a los que padecen las violencias innecesarias.

Esa maravillosa vacuna es la que nos posibilita  sentir las emociones que se derivan del trabajo previo de denuncia de Nachtwey, conocer la vida de los que viven entre las vías de un tren en Yakarta (Indonesia), los vertederos de basura donde, en las arenas movedizas de la mugre, los niños apagan su infancia hurgando en la basura, conviviendo con el hedor que desprende las desigualdades del mundo y los propios de la bazofia.

Con sus fotografías Nachtwey logra convencer e impactar a la gente, nos convierte en parte del problema, nos quita la venda que nos ponen y/o nosotros mismos colocamos, para que no podamos dejar de sentir por el simple hecho de no convivir en el lugar de la tragedia. 

Lo que James Nachtwey hace con el fotoperiodismo es una apuesta decidida por los sentimientos y es que sin emociones y pasiones el bendito oficio del periodismo carecería de sentido.


domingo, 12 de mayo de 2013

HOMENAJE A ANTONIO HERRERO


ANTONIO HERRERO: EL PRIMERO DE LA MAÑANA

Juan José Lucena Herrera
Madrid, 12 de Mayo 2013

En la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, se ha rendido homenaje a Antonio Herrero, fallecido hace quince años en el cénit de su carrera periodística. Familia, compañeros y colaboradores evocan, en un sentido acto, la figura del periodista que hizo compatible el periodismo y la libertad.


                         Foto: Alberto Fanego                                       

Carmen Pérez de Armiñan, Decana de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, abrió el acto destacando la importancia de la figura de Antonio Herrero y la de su homenaje en “la cuna de los futuros periodistas”. Pilar de Vicente, subdirectora del programa “el primero de la mañana” de la cadena COPE,  líder de audiencia de la radio española, fue la encargada de presentar a los distintos familiares, compañeros y amigos que acudieron al evento, para rendir homenaje a la figura del periodista trágicamente fallecido hace ahora quince años.

José María García, sensiblemente emocionado, recordó distintas anécdotas de la vida de Antonio Herrero relacionadas con el mundial de fútbol organizado en nuestro país en 1982, destacando, al hilo de la intervención de la Decana, que “hace cuarenta años que el periodismo entró en la facultad, pero hoy los periodistas no conocen la Universidad”. Rubén Amón destacó que, “lo que se puede hacer con el periodismo es apostar por los sentimientos”, teniendo igualmente palabras emotivas hacia la figura de su padre, Santiago Amón, colaborador del programa, quien falleció en accidente de helicóptero en 1988.

Para Manuel Martín Ferrán el oficio del periodismo “exige un sentido de entrega, ahí está el truco”, destacando de la figura de Antonio Herrero “su instinto periodístico”. Pedro J. Ramírez, director del diario El Mundo, destacó que “el trabajo del periodista es gestionar lo efímero”, incidiendo en que “el periodismo es una forma de vida” . Finalizó su intervención preguntándose cuál sería la palabra que pudiera definir con mayor precisión la figura de Antonio Herrero y, en este sentido, no tuvo ninguna duda en señalar que la palabra que mejor lo definiría sería la de "indomable".

Destacaron las ausencias de Federico Jiménez Losantos y Luis Herrero, colaboradores y continuadores, en la cadena COPE, del programa de Antonio Herrero.

Emotivas las intervenciones de Beatriz Pecker, esposa del malogrado periodista, y la de sus hijos, dejando en el auditorio un halo de sensibilidad y recuerdo para un profesional que sigue muy vivo en muchos de sus seguidores y, aún más, en quienes trabajaron junto a él. El homenaje dejó en los asistentes una impronta imborrable, cargadas de anécdotas y momentos inolvidables.




miércoles, 1 de mayo de 2013

FÚTBOL Y PARO





En esta semana nos han salpicado los datos de la encuesta de la población activa. Hemos batido un nuevo récord, la cifra de los desempleados supera, con creces, los seis millones de parados. El número de familias que tienen todos sus miembros activos en paro, casi dos millones y, éstos, no reciben ningún sueldo. La tasa de paro supera el 27%

Los datos hablan por sí solos, mis comentarios y juicios no pueden sino corroborar lo dicho por expertos en el ámbito laboral, económico y político. Si se me pidiera un único calificativo, el primero que salta en mi teclado, es el de situación límite.

En el último derby madrileño, que una vez más ha puesto de manifiesto, y esto es una anécdota, la incapacidad de mi vecino del Manzanares para doblegar a los del Paseo de la Castellana, una noticia saltó y retumbó en mis oídos: se ponen a la venta las entradas para ese otro clásico, el de la disputa de la final de la copa del Rey del 2013. Hasta aquí poco sería de destacar pero, lo grotesco o frívolo de la noticia, es que los precios de las entradas oscilan entre los cincuenta, la más barata, y los doscientos setenta y cinco euros la más cara. Precios para ricos en un país con una tasa de paro que desborda el 27%  

Y esto, ¿cómo se come? Resulta que en el país más rico de la Unión Europea, ese que nos martiriza con las puñeteras políticas de austeridad, los espectáculos deportivos cuentan con una más que razonable política de precios. Creo que alguien, alguna vez, me comentó que a partir de los quince o veinte euros tienes alojamiento para ver un partido de la Bundesliga o de la Champions. Aquí con quince o veinte euros no te comes ni un colín. No tenemos precios para “pobres”, los nuestros están en línea con los que ha sedimentado, en nuestras actuaciones, la política del vivir por encima de nuestras posibilidades, esa que ha marcado los últimos años de la vida española. ¡Viva la Pepa!

No vayan a pensar que con esos precios los españoles nos vamos a retraer a la hora de adquirir las localidades. Grandes colas en la ribera dieron testimonio de mi anterior afirmación. El estadio estará a reventar. Pues una de dos, la economía sumergida aflora en este tipo de acontecimientos, haciendo posible la adquisición de las entradas, o éstas se compran con parte de las prestaciones recibidas, provengan del desempleo o de las cada vez más menguadas nóminas de los trabajadores.

Alguien debía poner coto a este tipo de prácticas. Tengo la tentación de convertir los precios a pesetas para dar una mayor idea del calado de la tarifa publicada, pero estoy adaptado al euro, en un sentido y en otro, también para saber que las casi doscientas mil anteriores pesetas, son mil euros.

Tal vez el fútbol, la pasión por unos colores, nos lleve a privarnos de otros gastos para poder atender a ese “bien” de primera necesidad. Tal vez demoremos el pago de la comunidad o pidamos la tarifa social eléctrica o telefónica para poder colgarnos la bufanda de nuestros colores. Es posible. Tal vez pretenda que encaje en mi cabeza cosas que, a priori, no tienen sentido, o que la cortedad de mis ideas hagan imposible ver lo evidente para otros. Soy un apasionado del fútbol, ahora en la televisión, por lo que absténganse aquellos que pudieran tildarme de “antifutbolero”. Sólo creo que, en muchos aspectos, seguimos viviendo por encima de nuestras posibilidades, y si alguien me pidiera, una vez más, un calificativo, el primero que salta otra vez en mi teclado, es el de situación límite.